30 de septiembre de 2006

Confesiones inevitables Capítulo 1 "La Abstinencia"

Yo nunca he sido una novia fiel. Ninguno de mis novios se ha salvado de los cuernos, y fueron muy pocos los que se enteraron (porque por eso era infiel, porque era lo suficientemente buena como para nunca ser descubierta).
Como conté en un post anterior, una vez fui hasta capaz de mantener dos relaciones amorosas simultáneas.

Con los años llegué a la conclusión que mis infidelidades se daban porque al nunca exigir nada de mis pelados si no sólo el hecho de que yo les guste, entonces terminaba en relaciones terriblemente vacías, en las que “el novio” nunca era lo suficientemente perfecto, y siempre había algo que faltaba, y que era encontrado en “el otro”.

Así que me harte de las relaciones vacías. Y decidí que después de tanto fracaso amoroso, era hora ya, de conseguirme un novio al que no le falte nada, para que no le sobren cuernos.

Y lo encontré, o mejor dicho, el me encontró a mí.

Y como para comprobar la teoría la casualidad ayudó terriblemente, me lo mandó lejos, por mucho tiempo (2 meses y medio, 11 semanas, 77 días, 1848 horas… como más les guste) y antes de irse me prometí que sería fiel. Que esta vez, este novio se merecía mi fidelidad, además que no sería capaz de arruinar una de las mejores cosas que me puede estar pasando.

Al comienzo fue muy fácil, las primeras semanas me las pase fresca, tranquila, en paz.
Ya más o menos pasada la cuarta semana, la cuestión empezó a ponerse grave, el estado abstemio en el que me encuentro (siendo yo una mujer tan libidinosa) me pone extrañamente en un estado de “celo” fuertísimo y a veces rayando en el masculinismo de mi poca feminidad.
El entrar a la Universidad, fue lo peor que me pudo pasar. Porque mi primer comentario acerca de mi nuevo curso fue “somos demasiadas mujeres” claro, de mis veintitantos compañeros, somos más de quince mujeres, seguramente más de quince.
Andar por los parques y pasillos de la universidad con tanto macho cerca, y yo en este estado, es terrible.
Lo más atroz del caso, es que, aunque ande viendo la bola de machos “agarrables” no me interesa agarrar a ninguno… tengo la fidelidad entre pierna y pierna, y no se quiere ir! Y la verdad… no quiero que se vaya tampoco.

Otra cosa trágica de mi etapa de abstinencia, es que mi cuerpo está cambiando.
Nunca había tenido una pausa tan prolongada en mi vida sexual, esta vez, con esta pausa, siento que mis caderas, están volviendo a su puesto.
Tengo un dolorsito raro y rico en la pelvis, es bastante similar al dolor que sentí cuando mis caderas volvieron a su puesto después de haber dado a luz del Pequeño.
Me duele al caminar, me duele al estirarme, me duele al poner las piernas muy separadas la una de la otra… increíble no? (El Phantom dice que es exageración… ya quisiera yo que fuera eso…)

Ya me perdí de a donde iba cuando empecé a escribir esto.

Ah si… a la cuestión abstinencia y como está afectando mi vida.

Pues si… anda afectándola al extremo de que mis compas del curso me creen una completa pervertida y degenerada sexual, porque solo ando pensando en eso.

Lo único que me permite sobrevivir a la abstinencia, son los planes que tengo para el regreso del novio… (y mis terribles encuentros conmigo misma en la ducha)

No puede ser tan malo estar abstemia o si?

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