higado virado

Y siguen pasando los días y sigue siendo una semana de mierda.
Sobre todo porque tengo unos altibajos parecidos a una montaña rusa potente que da vueltas y que va a 200 km/h. Y porque he estado hiper sensible y porque la vida me ha estado golpeando demasiado, y porque estoy harta de ser golpeada.
Porque busco a alguien, alguien que me quiera, que me ofrezca más que encontrones sexuales de momentos irrepetibles, y porque cuando aparece quien dice va a quererme sin limitaciones, honestamente y cumpliendo con los requisitos que pongo para ser querida, resulta que son dos. Y resulta que son dos entre los que no puedo elegir, porque a los dos quiero por igual, porque son mis amigos, y porque son amigos entre ellos, y porque su amistad es un vínculo que yo no me atrevería a romper.
Porque algo que tengo demasiado claro es que no puede nacer nada bueno si es que hay dolor de por medio.
Y en estos estados de hiper sensibilidad, tengo a mi estómago comprimido y a mi alma que se me resquebraja y que abre grietas que ninguna sementina momentánea puede cerrar.
Y porque tengo el corazón cortado en ni se cuantas partes porque maldita sea estoy harta de que nunca nunca me pueda ir bien.
Y porque de nuevo pienso en que quisiera ser una persona que entra dentro de los estándares de “normalidad”. Porque a la gente “normal” no le pasa esto. Porque la gente “normal” es más simple, y esto se resolvería en un dos por tres, yéndome yo con el “mejor semental”. Pero esta mujer es la menos “normal” de todas. Y está llena de complicaciones. Y es por eso que hoy tengo el hígado virado… y el corazón roto… y muerta del miedo de hacer daño a él, a él, y a mí.