-Tababela-

Después de vivir en La Pampa, cerca de la Mitad del Mundo y lejos de el resto del mundo, donde lo ùnico malo era ese asqueroso olor de los pollos muertos que anunciaba la llegada a casa, aprendí a valorar el silencio de la periferia y también la tranquilidad que ofrece el estar lejos de Quito.

Ahora que mi familia y yo nos hemos mudado a Cotocollao (específicamente a Cipreses tres) he descubierto los increíbles y fuertes ruidos que existen aquí.

Y no es que me molesten los ruidos de los autos y sus bocinas que insistentemente piden que se abran las puertas, tampoco me molestan los gritos de los vecinos ni sus fiestas en lunes o viernes.
Como tampoco el ruido del mercado de La Ofelia los fines de semana, que parece nunca acabar, ni el ruido de los hinchas de la Liga, los domingos en el estadio.

Lo que si me molesta es el ruido de los aviones, que al parecer pasan exactamente sobre el techo de mi casa. A veces me asustan, el sonido es tan fuerte que dudo si están en el aire o si es que están a punto de estrellarse contra nosotros.

El sonido tan fuerte y escándaloso de los aviones hace vibrar mis ventanas, hace temblar la casa y está volviendo sorda a mi familia.
Desde que estamos aquí he notado que cada vez más, subimos un punto más al volumen de la televisión.
Yo me imagino que si es que hacen un exámen auditivo a las personas que viven en este sector, descubrirán que todos estamos padeciendo algún tipo de sordera.

Ahora sí estoy deacuerdo que el aeropuerto de Quito se vaya a Tababela, con esto quitaríamos todo el sonido de los aviones y además ayudaríamos a los cientos de personas que viven en este sector y a todos los sectores aledaños a la pista del aeropuerto.