28 de septiembre de 2006

Para mi cumpleañero especial


Sé exactamente el día en el que fue concebido.
5 de Enero de 2002, la noche que regresé de una aventura por las Islas Encantadas con mi amiga So.
El Sobrenombre y yo habíamos planeado esa noche las dos semanas que estuve en las Galápagos. Mi madre no estaba en casa y había rechazado la oferta de mi padre de quedarme con él en el Puerto.

Ahí acostados en mi cama, el Sobrenombre y yo, pensamos en todas las cosas lindas que se podrían hacer con un bebé. Pensamos en lo lindo que sería tener un niño de los dos, y lo “bacán” que lo criaríamos.
Y esa noche lo concebimos.

Un mes después lo confirmamos, por que mi madre me obligó a hacerme una prueba de embarazo al notar que mis toallas higiénicas estaban intactas. Ella lo niega, pero yo se que siempre estuvo esperando ese momento.

Días después hicimos el primer eco. Ahí en el consultorio de un doctor con cara de vampiro vi por primera vez a mi hijo, que en ese momento llevaba seis semanas de vida y medía dos milímetros.
El Sobrenombre hizo un dibujo en el colegio con las dimensiones que nos había dado el doctor, y me lo regaló y yo lo guarde en mi Pascualina.

Cuando mi familia se enteró, todos se decepcionaron, al parecer, (ahora lo sé después de algunos años) yo era una de las sobrinas más prometedoras, y veían mi futuro truncado por causa del bebé por venir. Aún así lo aceptaron y lo hicieron parte de sus vidas.

La reacción de mi madre fue extraña. Primero grito, insultó, se desesperó y salió de la casa, regreso con un ovillo de lana y se puso a tejer.
Con mi papá fue más extraño aún, fui al Puerto a visitarlo y a darle la noticia, una mañana salimos a caminar y pasamos encima del puente del estero que apestaba terriblemente, mis nauseas mañaneras se pusieron más fuertes, así que antes de vomitar le dije “Papi, estoy embarazada” a lo que él respondió “y yo que quieres que haga?” La conversación terminó ahí. Llegamos a su casa, y en una funda de Supermaxi guardo un montón de multi –vitamínicos en ella.
La reacción del papá del Sobrenombre fue llorar mucho y estar muy feliz de poder ser abuelo.
La reacción de la madre del Sobrenombre no la recuerdo.

Me botaron del colegio. Mi madre no quiso hacer nada al respecto.
Empecé a trabajar en una óptica en la que la jefa me maltrataba y almorzaba comida vegetariana, y veía las horas pasar en una ventana gigante con vista a la Colón.
El Sobrenombre venía en las tardes después de su trabajo y nos sentábamos en las gradas de fuera de la óptica a cantar canciones de “ExtremoDuro”.

Decidimos irnos a vivir juntos y su padre aceptó que viviéramos en su casa con él. Así que tome mis pocas cosas de mi casa y me fui por primera vez de la casa de mi madre.

Aprendí lo que es ser un ama de casa. Conocí lo que es estar en una casa completamente sola. Aprendí a cocinar, a limpiar, a ver novelas al medio día, etc…

El Sobrenombre y yo teníamos nuestros rituales de los fines de semana, un litro de helado de chocolate, galletas de coco y hamburguesas Rusty’s mientras veíamos la saga completa de “La Guerra de las Galaxias”.

Su papá hacía el mejor spaghetti a la carbonara que he comido en mi vida.
Una tarde cuando estaba de 6 o 7 meses más o menos habíamos decidido encontrarle nombre al bebé. En un viaje El Inca – La Marín (que duro casi 1 hora por el tráfico) me dedique a leer todos los letreros de ferreterías, farmacias, tiendas, etc… y preguntaba:
-Rafael?
-No
-Joel
-No
-Patricio?
-Así se llama mi tío
-Manuel
-muy cholo

Y así por muchos nombres hasta que llegamos a la Casa de la Cultura y pregunte:
-Benjamín?
-Puede ser.

Y así el bebé tuvo su nombre.

El día en el que cumplíamos 10 meses juntos y que yo estaba en mi 8vo mes de embarazo, el Sobrenombre dijo: “tenemos que hablar”
-de?
-es que… yo ya no te quiero y ya no quiero estar contigo.

Y ahí con el alma destrozada después de suplicar por que se quede conmigo, llamó un taxi y me embarcó en el.

Volví a la casa de mi madre, “como el perro arrepentido con el rabo entre las piernas y el hocico partido”.
Me metí debajo de la cama (entiéndase literalmente debajo de la cama, no de las cobijas) y pasé ahí un mes. Salía para ir al baño, para comer, y para las frecuentes visitas del Sobrenombre para ver como seguía mi embarazo.

La doctora (porque cambie de ginecólogo a medio embarazo) dijo que el 25 de septiembre haríamos un chequeo a ver como progresaba el parto, y que la siguiente cita sería el 27, que si el bebé no se había encajado aún en mis caderas entonces me inyectaría “pitosin” y me incitaría el parto.

El 25 el bebé estaba en perfectas condiciones. Entonces nos vemos el viernes dijo la doctora.
El viernes 27 de septiembre en la mañana fui a la consulta con la ginecóloga y el Sobrenombre.
Al tocarme la barriga buscando la cabeza del bebé ella dijo:
-Algo pasa… la cabeza está oblicua.
-Que??????? Que pasa algo?????? (Que es oblicua!!!!!!)
-Vamos a hacer un eco de emergencia.
Llenos de temor, el Sobrenombre y yo llegamos al eco, al ver las imágenes, la doctora empezó a reír.

-No ha sido la cabeza… ha sido la nalga.

Benjamín se había dado la vuelta en dos días. Definitivamente él no quería hacer el esfuerzo por nacer como todos los niños.
Se planeó la cesárea para el domingo 29 de septiembre 2002. (Los 29 cumplía meses con el Sobrenombre).
Mi papá vino desde el Puerto el día anterior con mi hermano.

Entre al quirófano sola. (Aunque me habían prometido que el Sobrenombre entraría también).
El anestesiólogo me puso la “epidural” y luego me recosto.

Acostada en la camilla como Cristo, amarrados mis brazos a algo que salía de la camilla, llena de aparatos por todos lados, y asustada.
Encima de mi cabeza una lámpara, desde la que podía presenciar lo que me estaban haciendo.
El efecto de la anestesia me tenía en un estado entre dormida y despierta muy extraño.
No se a que rato le permitieron entrar al Sobrenombre al quirófano.

-Oye… Gaby… Ahora si puedo decir que te he visto hasta las tripas.
-ya le veo!!!! Ya le veo!!!!
-ya esta saliendo!!!!!

Y soltó mi mano y se fue. Yo me quede ahí confundida. Quería ver a mi bebe.

No sé cuanto tiempo pasó hasta que el Sobrenombre lo trajo a mí, y lo vi por primera vez.
Empecé a llorar de la emoción y quise tomarlo en brazos, pero como estaba amarrada no pude.
Lloraba y lloraba.

El anestesiólogo dijo en todo fúrico: Si sigue llorando se le va a subir la presión y se va a desangrar.
Corte mi llanto y me dormí.

Al salir del quirófano, mi familia me esperaba haciéndome calle de honor en el pasillo.
Todos aplaudieron (yo nunca entendí los aplausos de esa noche, aún no los entiendo)
Mi hermano me abrazo dijo que mi hijo estaba hermoso, y que se tenía que regresar al Puerto a dar un examen.

Empecé a llorar de nuevo.
Gente y más gente que veía entre sombras entraba al cuarto a felicitarme.
Yo estaba confundida por la anestesia.

Benjamín nació a las 5:20 de la tarde. Midió 46cm y pesó 6 lbs 6 onz.


Me lo trajeron a las 9 de la noche.

El Sobrenombre y yo pasamos nuestra primera noche de primerizos despertando al recién nacido cada tres horas para que coma. (gravísimo error, que me quitaría dos años de dormir noches completas y despertarme cada tres horas para que coma)

Benjamín fue creciendo y demostrando a diario su capacidad intelectual y musical.

Gateo a los 8 meses. Para el día de la madre ya sabía decir “papá”. Al año una semana empezó a caminar. A los dos años hablaba casi perfecto, y ya sabía sacar ritmos en la batería.

Yo volví al colegio cuando Benjamín había cumplido los 3 meses. Nos organizamos con el Sobrenombre de cómo cuidarlo él lo cuidaba en las mañanas y yo las tardes y las noches. Hasta que empecé a salir y algunas noches se quedaba con el papá.

Fui madre soltera por mucho tiempo. Juzgada y apuntada por mucho tiempo.
Pero aprendí de ello, y me hice más fuerte gracias a que tenía el apoyo de mi familia y del papá de Benjamín que aunque no funcionó como pareja, como padres y amigos nos va muy bien.

Hubo momentos en los que me sentía derrotada al saber que había hombres que no se me acercaban por tener un hijo. Claro que después comprendí que los hombres que no me quisieran así no valían la pena.

Ser madre joven y soltera me enseño muchas cosas. Tener a Benjamín me cambió la vida para siempre.
Cuando me preguntan que si pudiera echar un vistazo atrás y cambiar ese momento en mi vida y no quedar embarazada siempre respondo que no cambiaría haber tenido a mi hijo por nada del mundo.
Él es la razón de mi felicidad. La razón de mi vida. Yo, no concibo mi vida mejor sin él.

Hoy Benjamín cumple 4 años.

Ahora después de tanta inestabilidad por este par de padres locos, estás aquí conmigo, en una nueva etapa de nuestras vidas de la que esperamos salir sanos y salvos.

Quiero agradecer a toda la gente que me ha ayudado en el proceso de crianza de Benjamín.

*Sr. Sobrenombre:
Gracias por tu constancia con el Benja, te agradezco todas esas noches en las que acolitaste con él, por ser un padre tan bueno y amoroso, y por siempre estar pendiente de la vida del pequeño para que nada se nos salga de las manos. Gracias también por la amistad que me das, ese será el camino que nos llevará a ser mejores padres cada día.

*Mami:
Aunque a veces no este muy de acuerdo con las cosas que haces con el gordo, siempre ten en cuenta que te agradezco el tiempo y la dedicación que le das a Benjamín poniendo por encima de eso tu salud y tu tiempo a solas para ti.

*Pepe:
Usted se merece la corona del mejor abuelo de todos! Su dulzura y ternura con el Pequeño lo hacen cada día más como usted. Educadito, tierno y derrochador de cariño. Usted ha sido para nosotros un apoyo gigante, un pilar fuerte e inderrumbable. Y gracias por todo eso, y por todo lo que no está aquí si no en mi corazón

Estoy muy orgullosa de tener a mi lado un niño tan inteligente y tan hermoso, cada día que pasa agradezco el momento en el que te apareciste así de sopetón y sin aviso en mi vida, y como la fuiste cambiando a diario con tus sonrisas, tus carcajadas, tus abracitos y tus palabritas.
Debes saber que la mami, siempre te va a amar intensa loca y pasionalmente, que la mami siempre estará ahí para todo, para defenderte, para amarte, para reprenderte, para aconsejarte, para ayudarte, para pelear (contigo y por ti), para mimarte, para ser amigos, para hacer cosas juntos, para darte todo lo que pueda darte.
Se que nuestra vida a futuro se ve difícil, se que tenemos caracteres muy diferentes, y que cuando empieces la típica edad del burro pelearemos un montón y tal vez decidas como lo hice yo alguna vez, irte con tu papá. Y si eso llega a pasar, debes saber, que la mami siempre estará ahí para ti. Porque eres mi pequeño rayo de sol en la oscuridad. Eres mi vida completa, eres todo el amor representado en unos ojitos color de aceituna.

Para ti mi amor, en el día de tu cumpleaños solo te deseo una cosita esencial para tu vivir: felicidad.

Gracias por todas las alegrías y las penas.
Te amo para siempre mi Pequeño Demoño!

Tu mami.

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