24 de septiembre de 2006

mi gran burbuja edípica se quebró

Soy del gran número de mujeres que se enamoraron de su padre y de él convirtieron un idolo adorable.

Al parecer según el punto de vista de la gente que me rodea, el culpable de toda la desgracia de mi familia más cercana (mamá, hermano, yo) es mi papá. Por años me he negado a pensar que eso es cierto. Mi papá es demasiado lindo, bueno e inteligente como para ser él, el culpable de toda la desgracia.
Y boté la pelotita a mi mamá, quien no era lo suficientemente perfecta y tenía más posibilidad de error que mi perfecto papá.
Yo nunca pude aceptar que mi papá podría tener alguna clase de defecto, a veces, realmente me daba cuenta de cuantas cosas malas puede tener, pero tan insignificantes que las descartaba inmediatamente.

Con los años llegue al punto de aceptar, que él también era un ser humano, y que tenía el derecho a equivocarse en las decisiones que tomaba en su vida.
(Claro que equivocarse tanto, estaba poniéndose grave)

Los últimos días de esta semana, me dediqué a llamarlo para pedirle ayuda con unos libros para la universidad.
La primera vez que hablamos, me pidió que lo llame más tarde porque tenía pacientes, y que no podía hablar conmigo ese momento.
Me negué a pensar que esa conversación traería consigo un NO de por medio.

El viernes en la mañana, volví a llamar.
Ahora con más tiempo, mi papá empezó a enumerarme los montones de gastos que tiene para mantener su casa, sus otros hijos, su vida, su oficina, etc...
Aún así me negaba al NO que vendría.
Después aclaró que había quedado con mi madre, que él se iba a encargar sólo del pago de la matrícula de la universidad, y que del resto se encargaría ella (quien fue mi primera opción para pedir los libros, y que ya me había dicho que no) y es ahí en ese momento cuando llego el NO.

La burbuja de cristal que yo había creado alrededor de la imagen de mi papá se me cayó al piso y se quebró en pedacitos pequeñísimos, imposibles de volver a juntar (cosa que ya había hecho antes) el edificio de papel que había construido a base de sus palabras de aliento y de su apoyo se cayó también, encima mio, cayéndome cada papel como un ladrillo en la cabeza.

Ahora entiendo el porque de la culpabilidad, ahora entiendo el porque nadie más lo idolatra como yo lo hago... Es que simplemente, la perfección en los seres humanos es inexistente, y mi papá no es la excepción aunque por años pensé que sí lo era.

Me duele el hecho de haberme dado cuenta de esto tan tarde... y de darme cuenta que definitivamente he perdido demasiados años de mi vida por estar en un estado límbico del que no sabía como salir. Aún así mi papi me dio opciones para salir de la crisis de los libros (aunque se resolvió apenas colgamos el teléfono).

No dejo de amarlo, no dejo de adorarlo, pero ahora entiendo por fin, que es un ser humano, común y corriente.

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