El Condemonio

En los años 70 se construyó en el norte de Quito un complejo grandísimo de alrededor de 80 edificios de cinco pisos cada uno y de dos departamentos en cada piso. Llamaron a este complejo “Los Condominios del Inca”.
En los años 80 este lugar se convirtió en una especie de triángulo de las bermudas de madres solteras.
Ellas tenían a veces dos trabajos, o trabajos de jornadas completas y dejaban a sus hijos solos en El Condominio, que en ese tiempo era un lugar extremadamente seguro, ya que era como un pueblito rodeado de sus seguras paredes, y con sus debidas compuertas custodiadas.

Al parecer también muchas parejas jóvenes y recién casadas llegaban hasta allá. Es el caso del segundo de mis tíos recién casado con un hijo pequeño.
Su familia creció y dejó el lugar con una de mis tías, la cuarta en rango, pero la primera mujer en la casa. Quien se mudó ahí estando recién casada. Y donde vivió con sus cuatro hijas por más o menos quince años. Y cuando pudo reunir suficiente para su casa propia le dejó el departamento a mi tío solterón, el séptimo en rango, quien hasta el día de hoy no ha habitado el departamento, sino que se lo arrendó a la señora que hoy vive en el piso de arriba.

La señora arrendataria, dejó el departamento porque mi marido y yo (y el Demoño también) nos pasaríamos a vivir allá con un arriendo super bajo y en lugar conocido.

Como mis primas ya habían vivido ahí, y con ellas había pasado la mayoría de los días de mi niñez entonces alguna vez, en algún juego conocí a alguno de los niños que vivían en El Condominio. Además, mi tía daba clases de catecismo en su casa, y un par de niños que eran sus alumnos estaban en la misma escuela que yo.

En mi adolescencia, llegué a enterarme que uno de los niños que más me gustaba en cuarto grado vivía ahí, y en mis vacaciones en Quito (porque en ese entonces vivía en Guayaquil) volví a ver al muchacho, del que me desencanté cuando me besó, una noche… En el Condemonio.
El susodicho muchacho, pertenecía a una banda que habían creado los otros muchachos del Condemonio, con el nombre de una banda de punk old scholl de la que conocería después de muchos años.

La banda que crearon llegó hasta a tener alrededor de cincuenta integrantes, y en malas rachas entre quince y veinte.
Los años pasaron y algunos se fueron, otros se quedaron… Los que se quedaron son, hoy en día las personas más extrañas y densas que yo conozco.

Cuando me separé, recobré la amistad que alguna vez tuve con el líder de la banda. Y por algún extraño motivo él y sus amigos terminaban en mi casa, bebiendo en cantidades estratosféricas, drogándose y jugando cartas, canicas, monopolio…
Las chupas empezaban a veces los jueves, y terminaban los lunes, a veces no terminaban en toda la semana…
Gracias a esos dos meses, bajé las 22 libras que había subido durante mi matrimonio.

En estas chupas en mi casa, podía conocer más acerca de estos muchachos, que crecieron juntos, como hermanos, en su niñez a través de los juegos, en la adolescencia a través de las broncas y el alcohol y ahora en su adultez, la relación que queda entre los que quedaron después de todos estos años, es una hermandad más que sanguínea.

Nunca he conocido un grupo de amigos que se conozca tanto, y que sepa tantas cosas sobre los otros, y que se acepten tanto, sobrepasando los defectos y las malas rachas de amistad. Un código de fidelidad impresionante.
Pero también un grupo en extremo auto destructivo, en el que lo más importante es hacerse daño a uno mismo. Desde en experiencias amorosas, hasta en el consumo excesivo de licor y drogas como la base y la cocaína.

De ellos salieron historias como esta y esta.

El líder de la banda, un hombre impresionantemente denso… Pero él… Se merece un post completo y protagónico.

Cuando me fui del Condemonio, no tuve ni fiesta de despedida, ni nada… Cuando Tofu dijo necesitar un departamento enseguida le dije que vaya al mío… Y cuando ya estuvo ahí le recomendé por sobre todas las cosas no juntarse con los Demonios… espero que me haga caso.