Era martes 14 de junio, sonaba el despertador del celular a las 6:20 AM, ya desde hace algún tiempo habíamos establecido en la casa que el que iba a despertarle al Benja y mandarlo a la escuela iba a ser el Santi ya que él no tenía problema con levantarse temprano (yo sí).
Así que se sentó y volvió a acostarse, y me dijo "me siento mal".
Abrí los ojos y lo miré, estaba pálido y su frente estaba llena de sudor. -¿Qué te pasa? le pregunté.
-Me duele la cara, me arde el ojo, estoy mareado, creo que se me bajó la presión.
Fui a la cocina a buscarle algo dulce de comer, hice dos sánduches con montón de mermelada y serví un vaso con yogurth y se lo llevé, comió y se volvió a acostar.
Algo me dijo que no le mande al Benja a la escuela...
Llamé a mi mamá y luego llamé a su mamá.
Su mamá dijo que terminaba el recorrido de la escuela y venía a verlo para llevarle al doctor.
Nunca nos imaginamos cuan grave era el asunto. Pero algo le dijo a ella que tenía también que llamar a su esposo...
A las 8.30 llegaron mis suegros y al ver el estado en el que estaba el San decidieron que era mejor llevarlo a un hospital.
Ya para ese rato, el San no podía caminar solo, y su papá lo sacó abrazado hasta el carro.
Llegamos al hospital metropolitano. Ahí el primer diagnóstico que dieron fue que entraba el San con sobredosis, al preguntarnos sobre su consumo de drogas químicas, les dijimos que nosotros somos abstemios, que no fumamos tabaco, no bebemos alcohol y mucho menos consumimos drogas químicas. No me creyeron e igual mandaron a hacer un examen toxicológico con el que perdieron 2 horas en las que pudieron haber detectado el verdadero problema que tenía...
A las 2 horas cuando el toxi salió limpió, dijeron "ah... entonces puede que sea neurológico".
Eran las 11 de la mañana cuando le llevaron a hacer una tomografía. Mis suegros hasta esa hora no habían desayunado, así que bajaron a la cafetería a desayunar y yo me quedé esperando detrás de una puerta que regrese el San de la tomografía.
Pasó más de una hora y no regresaba, así que su papá se desesperó y entró al lugar restringido a buscar a su hijo.
Lo encontró en un pasillo completamente solo.
Ese rato el San estaba con la presión altísima (170/110), además de taquicardia (120) y el oxigeno saturando super bajo (72).
A gritos lo regresaron a la sala de Emergencias.
La tomografía no revelaba nada... Nadie sabía que estaba pasando.
A eso de la 1 de la tarde llegó una neuróloga que dijo que el San tenía vértigo, y sí, sus ojos se movían de un lado para el otro y el estaba súper mareado.
Un amigo neurólogo de mi mamá nos dijo que mejor cambiemos de médico, que él no confiaba en esta doctora. Así que pedimos el cambio por otro médico que decían era una eminencia en la neurología.
Nos dijeron entonces que nos trasladarían a una habitación.
Como a las 4 de la tarde, bajaron al San a hacer una resonancia magnética, cuando llegamos a la sala de la resonancia, el encargado de Imagen dijo que no podían hacerle la RM por los tatuajes en el cuerpo.
Según él, los tatuajes eran hechos con tinta que tenía plomo, y que al entrar en la máquina el plomo se calentaría e iba a quemar la piel del San.
Yo le dije que me parecía imposible que la tinta tenga plomo, porque las veces que habíamos hablado con el tatuador, él nos había explicado como las tintas que él usa son naturales, nuevamente no me creyeron y me hicieron firmar una autorización, más bien una carta en la que yo me responsabilizaba de cualquier cosa que pudiera pasarle al San dentro de la maquina...
Como a las 5 salimos de la RM y nos dijeron que nos iban a llevar a la habitación.
Hasta eso aún no llegaba el neurólogo eminencia, y cuando el papá del San fue a preguntar ¿qué había pasado con el neurólogo? en emergencias le contestaron que el neurólogo había venido pero como el Santi estaba siendo tratado por la otra doctora entonces él se había ido.
Nos dieron la habitación, una habitación compartida, en la que estaba también un niñito que iba a ser operado de los intestinos al día siguiente.
A eso de las 8 de la noche llegó mi mamá con los guaguas, a los que se había llevado temprano en la mañana para que yo pudiera entrar a la sala de emergencias.
Es la primera vez que el Illi estaba tanto tiempo lejos de sus papás...
Le estaba dando de lactar al Illi cuando mi mamá me dijo que subiría a ver al Santi a ver como estaba. Justo ese rato llegaba el eminencia a dar el diagnóstico.
Estaba en la sala de espera desesperada y enojada de no poder estar en la habitación recibiendo el diagnóstico...
Después de casi media hora bajaba mi mamá con los ojos hinchados y aguados... ¿Qué pasó? le pregunté yo... "Mejor que te digan tus suegros, yo no puedo hablar"... Cargó al Illi, tomó de la mano al Benja y se fue.
Los minutos que tomó el que suba por el ascensor al segundo piso y llegue hasta la habitación se me hicieron eternos. Ya en el pasillo vi la cara de mis suegros, los dos totalmente consternados y mi suegra que se ahogaba en su llanto.
El neurólogo había diagnosticado un infarto cerebral a nivel del bulbo raquídeo. Y les dijo a mis suegros y a mi mamá que ya no había nada que él pudiera hacer, que ya había pasado demasiado tiempo desde que inició "El Evento" y que tendríamos que esperar siquiera 3 meses para saber cuales eran las áreas del cerebro que habían sido afectadas permanentemente en el cerebro, pero que mientras tanto nos resignemos a que el Santi iba a vivir su vida así, en cama.
Mi reacción al escuchar esto fue una negación permanente, me pasé diciendo "no creo" "yo no creo" "no creo" "no creo" "no creo". Y no creí. A mi ningún médico me iba a decir que mi novio se me iba a quedar postrado en una cama permanentemente, si no había nada que él podía hacer, eso no significaba, en ningún caso, que no había nada que la medicina alternativa podría hacer para hacerlo mejorar.
Esa primera noche fue la peor. Tenía a mi novio ahi acostado en una cama de hospital, con suero y oxígeno, y yo sin saber que le estaba pasando, ni que le iba a pasar... Esa noche, junté dos sillas y dormí ahí.
A la mañana siguiente, llegó mi suegro a eso de las 7 de la mañana, yo entonces salí para ir a ver a mis hijos en la casa de mi mami. Mientras caminaba por el pasillo donde estaba hospitalizado el San, del otro lado venía caminando un chico al que conozco desde hace más de 10 años, un chico que fue mi amigo durante la época colegial, y que ahora era médico interno de este hospital.
Sentí como que un rayo de esperanza se iluminaba, decía yo, "¡tengo un pana aquí de médico! ahora si todo va a estar bien".
Me acerqué y le dije, "Oye mi esposo está en la 219, por favor ayúdale en todo lo que puedas, y cualquier cosa que sepas por favor avísame" a lo que él respondió: "no te preocupes vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para hacerle sentir mejor". Y me fui aliviada.
Regresé en la tarde y encontré en la estación de enfermería a mi "amigo" y le dije que por favor me informe, y me cuente que era lo que estaba pasando, él me dijo que estaba ocupado y que apenas se desocupe él vendría a la habitación para contarme lo que sabía.
Nunca llegó. Y las siguientes veces que tuvo que entrar al cuarto me trató como una completa desconocida, nunca hablaba mirándome a los ojos, o siquiera mirándome, le hablaba al viendo, mirando al frente, al vacío...
Esos 6 días que pasamos en el metropolitano fueron una pesadilla. Cada día el San iba empeorándose, parte de su problema era que tenía hipo. Un hipo que no paraba, el primer día comenzó siendo de 40 minutos, al día siguiente duró 2 horas, al siguiente 4 horas, hasta llegó a durarle 8 horas seguidas! Ese día que le duró el hipo 8 horas seguidas, empezó a asfixiarse, le venían demasiados hipos al mismo tiempo y no podía respirar. Llamamos a la enfermera y ella dijo que iba a buscar un doctor. El San seguía asfixiándose y el médico no llegaba y las enfermeras dejaron de contestar nuestros llamados. Por suerte el papá del San logró calmarlo y hacerlo respirar nuevamente.
El médico llegó 20 minutos después con la excusa de que no había llegado antes porque "estaba en clases".
Desde el segundo día al San le pusieron una sonda "nasogástrica" o sea una sonda que iba desde su nariz hasta su estómago, para alimentarlo, ya que también presentaba problemas para tragar los alimentos. Pasó alimentándose de ensure por más de 10 días.
Al día siguiente de la asfixia, ya hartos de el maltrato de los médicos y enfermeras del metropolitano, decidimos cambiarle de hospital a la Clínica La Primavera, el lugar donde yo dí a luz al Illidan.
El Doctor que recibió al Illi, con el tiempo se convirtió en nuestro amigo, y cuando le llamé a preguntar si podíamos ir allá él dijo que porqué no habíamos ido allá antes.
Fue un martes que llegamos a La Primavera. Para el viernes, el hipo del San había desaparecido.
Los médicos y enfermeras nos trataron con mucho amor y mucho cariño, todo el tiempo preocupados de nosotros y ayudándonos en todo lo que les pedíamos.
En La Primavera hasta el personal administrativo, a quienes conocimos durante mi embarazo, venían a visitar al Santi, siempre dándole ánimos y diciendo que pronto todo estaría bien.
Y así fue. Una semana después, el San estaba ya sin la sonda nasogástrica, estaba sin hipo y estaba ya levantándose de la cama (con ayuda) para ir al baño.
El neurocirujano que lo atendió en La Primavera siempre nos dio ánimos y dijo que la juventud del San lo ayudaría a salir adelante rápidamente, no como el neurólogo eminencia del metropolitano que nos decía que nada se podía hacer y que nos preparemos para vivir con él así.
Así como nos decían que le tomaría meses poder volver a comer comida sólida, mientras que al llegar a la Primavera se dieron cuenta que él no necesitaba esa sonda nasogástrica, porque no tenía realmente problemas para tragar, de ser así, él hubiera estado babeando todo el día todos los días desde "El Evento"
Una semana más pasamos en La Primavera y cuando el San ya estuvo poniéndose de pie y comiendo comida semi sólida, le dieron el alta.
Ahora estamos ya dos semanas en la casa de mis suegros. Mi mamá ha traído todos los tipos de medicina que se pueda conocer para poder ayudar al San. Desde homeopatía y acupuntura (que comenzamos en La Primavera y fue lo que le quitó el hipo al 3er día) hasta a una señora que le ortigó para devolverle la sensibilidad a su pierna derecha.
Cada día que pasa se va poniendo mejor. Es verdad que este es un proceso de rehabilitación que necesita de mucha paciencia. De aquí tenemos que esperar a que el recupere su equilibrio y que pasen los mareos que no le permiten caminar bien.
Y cuando eso esté superado volveremos a la casita y todo volverá a la normalidad.
Es increíble cuando pasan estas cosas como la familia se une tanto. Mi mamá estuvo ahi ayudándome todo el tiempo con mis guaguas, estuvo noches enteras despierta tratando de hacerle dormir al Illi y logró hacerle ya dormir la noche entera con ella.
Mi papá vino desde Guayaquil la primera semana para ayudarme con sus tratamientos, me dió homeopáticos y otras medicinas naturales para ayudar con la recuperación del San.
Mis tíos y tías estuvieron siempre pendientes y llamando para saber como seguía y también nos ayudaron a pagar la cuenta de La Primavera.
Tengo que decir que es verdad como uno se da cuenta quienes realmente son tus amigos. Porque aparecen justo en estos momentos en los que más los necesitas, y te das cuenta quienes están ahi por interés o costumbre.
Luego de tanta negligencia vivida en el hospital metropolitano, recomiendo a toda la gente a la que conozco que por favor no vaya allá, una de las cosas más terribles que pasaron allá es que estaban medicándole mal al San, cuando llegamos a la Primavera, el neurocirujano tuvo que suspenderle más de la mitad de la medicación porque estaba siendo contraproducente entre ella... No sé que era lo que pretendían los del metro y por eso es que mientras más días pasaba allá peor se ponía, mientras que cambiándole de lugar, se mejoró con el pasar de cada día...
En fin... Lo bueno es que mi novio está vivo, está consciente y está mejorándose. Con el pasar de los meses todo estará mejor...
Gracias a todos los que nos han acompañado en este mes tan terrible en nuestras vidas.