Hoy se cumple un año
desde el accidente cerebro vascular que sufrió el Santi.
La verdad este año me ha
hecho reflexionar mucho y me ha enseñado que uno saca más fuerza cuando está en
el fondo para salir a la superficie y empezar a caminar con pasos más fuertes y
con mayores esperanzas y expectativas de la vida.
Este fue al parecer el
año más difícil que he vivido hasta ahora. Y he podido sobreponerme a las
adversidades gracias al amor que tengo hacia ese hombre maravilloso con quien
tengo la suerte de compartir mi vida.
Este año también me
enseñó el valor de la familia. Tengo que agradecer tanto a mi familia, por su
constante apoyo y ayuda en absolutamente todo lo que hemos necesitado,
sobretodo mi mamá y mi hermano que han estado ahí desde el primer día, al pie
del cañón sin esperar nada a cambio, sin menospreciar tampoco a todos mis tíos
y tías y por supuesto a mis abuelitos.
Y aprendí también sobre
el valor de la amistad. Es cierto ese lema que dice “Échate en la cama y verás
quien te ama”. Quiero agradecer a mis amigos/as, mis panas de verdad, los que
también han estado ahí desde el primer día, con sus llamadas, sus mensajes y
sus visitas, es gracias a ustedes, que la recuperación del Santi ha sido tan
rápida y favorable.
Pero sobretodo quiero
agradecer a aquellos “amigos” que no estuvieron ahí. Es gracias a ustedes que
comprendí el valor de un verdadero amigo, a todos aquellos que dijeron que ahí
estarían, que vendrían, que “cualquier cosa que necesites…” y demás frases que
se dice por compromiso. Es por ustedes que descubrí a mis verdaderos panas, los
demás quedaron de conocidos…
La vida nos puso una
prueba muy fuerte y hemos sabido
superarla.
La recuperación aún no es
completa, pero tengo la paciencia para esperar todo el tiempo que sea necesario
para que el San vuelva a la normalidad.
Gracias a todos quienes
han estado con nosotros siempre.